Fernando III es un guerrero que sabe que la mejor victoria es la que se consigue por medios persuasivos; por eso, tras plantear su dispositivo táctico y esquema de ataque, espera que el enemigo se rinda antes de iniciar la lucha. Se conquistan numerosas plazas: Écija, Osuna, Marchena, Carmona…. , y siempre prevalece su actitud de convencer y conciliar, antes que se produzca el derramamiento de sangre.
Su entendimiento brillante le hace dar sentido a la palabra conquista, cuyo análogo significados es: persuadir, catequizar, convencer.
Sus consejeros le plantean la necesidad de reconquistar Sevilla. Antes de decidirse, Don Fernando acude al Papa para obtener una bula que le conceda disponer de los diezmos eclesiásticos; el motivo es que no quiere emprender una guerra, que empieza a llamarse Santa, gravando con nuevos impuestos al humilde y necesitado. Conseguido este primer objetivo, llama Ramón Bonifaz, que mantiene la fama de hábil marino, y le encarga la construcción de naves con las que combatir Sevilla a través del río. Para prestigiarlo, le otorga el título de Almirante, dignidad creada por primera vez, y que a través del tiempo adquiriría tanta importancia en la Historia de España. Seis meses después, llegaban a Sanlúcar los buques construidos en San Vicente de la Barquera que constituirían la primera escuadra castellana mandada por un almirante.
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