«La aportación de Murillo resulta decisiva en la iconografía de San Fernando, ya que
existían pocos precedentes; además, no podemos olvidar que el 3 de abril de 1671 el Cabildo permite a Murillo y al escultor Pedro Roldán que vean el rostro del Santo, con objeto de que hicieran sendos retratos».
existían pocos precedentes; además, no podemos olvidar que el 3 de abril de 1671 el Cabildo permite a Murillo y al escultor Pedro Roldán que vean el rostro del Santo, con objeto de que hicieran sendos retratos».
«El Santo Rey se recorta sobre un fondo oscuro y aparece representado de medio cuerpo a tamaño natural, como un hombre maduro en actitud contemplativa. La obra muestra una composición triangular, que confiere a la imagen un sentido ascendente, que queda reforzado por la mirada dirigida al cielo del Santo y por la espada», continúa explicando el Delegado Diocesano de Patrimonio Cultural.
Murillo pintó al rey Fernando no como un monarca medieval, sino con atuendo de los Austrias del siglo XVII. Lleva una armadura y manto real con armiño. En su mano derecha sostiene la espada, la conocida «Lobera», que también custodia la Catedral de Sevilla, y en su mano izquierda sostiene un orbe, como símbolo del poder terrenal, que es de color azul para referir a la santidad, y en su cabeza la corona real, además de la aureola, que habla también de la santidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario