Durante todo el Siglo XVII la Monarquía española trató de construir una historia sacra en torno a la casa reinante, la casa de los Austrias. Se venía a culminar así un proceso iniciado desde el Siglo S XV con el nombramiento de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón como Reyes Católicos por el Papa Alejandro VI en 1496, concediéndoles este honor para que formaran parte de la alianza de los reyes cristianos de Europa. Con Carlos V, no fue necesario reforzar esta concepción católica del monarca español al ostentar éste la corona del Sacro Imperio. Pero la pérdida del Imperio con Felipe II obligó a reforzar en torno al monarca la idea del príncipe cristiano y la idea de sus reinos en la fe católica.
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