Por otra parte, el nuevo movimiento ilustrado vendrá acompañado en España de la creación de nuevas instituciones culturales como la Real Academia de la Historia en 1735, preocupados por rescatar, conservar, y valorar los documentos del pasado de España y la Real Academia de San Fernando entre otras, estrechamente relacionada con aquella en el interés común de perpetuar la historia a través del arte. La primera recavaba información y la segunda dejaba constancia de los hechos en pintura y escultura.
Nos encontramos ante el punto de partida del historicismo y el nacionalismo de la primera mitad del SXIX.
La imagen del Rey Fernando III, se convierte para la Real academia de San Fernando en el estandarte propagandístico de ésta recuperación ancestral.
Coincide con la fundación de esta Corporación con el reinado de Fernando VI, rey promotor de las Bellas Artes, protector de la historia y el catolicismo, cuyo buen gobierno se identificará con la santidad de Fernando III, como así lo señalan los discursos de los primeros años de actividad académica. Encargó al padre Marcos Burriel, su amigo y confesor personal, la elaboración de una monografía, fuente de primera mano, dedicada al santo rey. Para el moncarca la persona idónea para la elaboración del trabajo como miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, matiz que hará justificar las conquistas de Fernando III como una cruzada contra la herejía. Factor esencial que fomenta la temática fernandina será su canonización en 1671, concedida por el Papa Clemente X, acontecimiento que predispone la moda del retrato entre los grandes pintores como Murillo y Lucas Jordán, y marcará la pauta de la iconografía en los Siglos XIII y XIX en la Academia.
Lienzos y dibujos presentan al rey barbado, con corona sencilla o de laurel y cetro, ambos símbolos del poder temporal; el globo del mundo con la cruz, idea del triunfo de la cristiandad sobre el cosmos; la espada la lobera de justicia que heredó del Conde Fernán y que a su vez heredaría su nieto el Infante Don Juan Manuel. La indumentaria es barroca, calzas o bien armadura y manto de terciopelo con esclavina forrada de armiños.
Fuente: Mª Ángeles Sánchez de León. Doctora por Humanidades por la Universidad Complutense de Madrid, especialista en el arte medieval.
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