El Viernes Santo es el día durante el cual se conmemora la pasión y muerte de Jesucristo en la cruz. Según señala la Iglesia Católica, en este día Jesús entregó su cuerpo y derramó su sangre para el perdón de los pecados y para la salvación de los hombres.
La Iglesia Católica celebra la «Liturgia de la Pasión del Señor» alrededor de las tres de la tarde, que es la hora en la que se ha establecido la muerte de Jesús en la cruz. Cabe recordar que es una costumbre muy arraigada en los pueblos católicos ayunar y abstenerse de comer carne durante este día.
¿Por qué fue crucificado Jesucristo?
Las autoridades religiosas de Judea de la época temían que Jesús, quien se proclamaba «el hijo de Dios», pudiera llegar a ser tan popular que generara alboroto entre la población. Por ello, conspiraron contra él. Una de las medidas fue negociar con Judas Iscariote para que lo vendiera, algo que se produjo el Jueves Santo.
Una vez capturado, Jesús fue llevado donde Poncio Pilato, quinto prefecto de la provincia romana de Judea entre los años 26 y 36 d.C. Pilato no lo percibía como una amenaza y tampoco vio que hubiera cometido algún delito como para condenarlo; sin embargo, ante la presión de la multitud que clamaba por crucificarlo, a Pilato no se le ocurrió mejor idea que lavarse las manos frente al pueblo y procalmarse «inocente de la sangre de este justo».
Cabe recordar que como era costumbre liberar a un reo por la fiesta judía de la Pascua, Pilato, ante la presión del público, decidió soltar a uno llamado Barrabás.
La crucifixión
Los Evangelios dicen que inmediatamente después de la decisión de Pilato, Jesús fue despojado de sus prendas, golpeado y agredido con piedras. Luego se le colocó una corona de espinas en la cabeza y le hicieron cargar con su propia cruz hasta el monte Gólgota, a las afueras de Jerusalén, lugar donde fue crucificado junto a otros dos ladrones y bajo un cartel que decía: «Jesús el Nazareno, Rey de los Judíos», origen de las siglas y de la expresión INRI.
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