La historia comienza con una antigua tradición en 1248 cuando el rey Fernando III«El Santo» conquista Sevilla, viendo el Santo Rey la dificultad de tomar la capital hispalense y el abatimiento de sus tropas invocó, en el Cerro de Cuartos, a una imagen de la Virgen que llevaba consigo: «¡Váleme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!».
Tras conquistar Sevilla, el monarca cumplió su promesa y construyó una ermita en el lugar mencionado. Allí entronizó la imagen a la que había invocado y a sus pies el pendón arrebatado a los musulmanes. Poco a poco, aquél lugar situado en el Cerro de Cuartos se convirtió en un lugar de peregrinaje, muchas personas acudían a rezarle a aquella imagen que invocó.
Los primeros datos de la existencia de una hermandad son de 1628 establecida en dicha capilla. La festividad se celebraba el segundo día de Pascua de Pentecostés y acudían vecinos de diferentes puntos de la provincia. Pero fue en Dos Hermanas donde esta devoción creció, «Santa María de Valme» se llevaba en procesión de rogativas hasta la iglesia en caso de catástrofe o necesidad para implorar el auxilio. El Cortijo de Cuartos está situado hoy día en Bellavista, pero por entonces esos terrenos pertenecían a Dos Hermanas.
El siglo XIX fue el más decisivo en la historia de la Virgen de Valme. Su llegada a Dos Hermanas en 1800 provocó el abandono de la antigua Ermita de Cuartos y el crecimiento de su devoción en el pueblo nazareno. Ya no tenía que acudir hasta los actuales terrenos de Bellavista para venerar a la actual «Protectora de los nazarenos». Una epidemia de fiebre amarilla fue el causante de este traslado hasta Dos Hermanas.
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