Los actos litúrgicos de la coronación canónica se realizaron en el trascoro de la catedral, celebrándose el triduo de preparación los días, 1, 2 y 3 de diciembre de 1904 y que predicaron tres canónigos.
La Virgen de los Reyes aparecía en su paso, sin estar cubierta por el baldaquino, para tenerla totalmente diáfana en el acto de la coronación y poder ser vista por todos los asistentes. De exorno, la peana argéntea sobre la que iba la imagen y en las esquinas jarras, con ramos de flores de tipo piramidal. Las imágenes de la Virgen y el niño Jesús lucían de estreno un manto de tisú celeste con bordados de plata, donación de la Condesa de Casa Galindo y marquesa viuda de las Torres de la Presa. La saya de raso blanco, con bordados de oro representando castillos y leones, donación de Isabel II.
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