miércoles, 3 de noviembre de 2021

La Virgen de la Antigua y el Rey San Fernando

En la antigua mezquita se había descubierto en uno de los muros exteriores de la mezquita mayor una antigua imagen de Nuestra Señora, pintada desde los tiempos más remotos.

No pudo ser destruida, todo el esfuerzo de los fanáticos sectarios del Alcorán, interpretaron aquel prodigio del mal agüero. Conocida por Fernando III la existencia de la pintura en uno de los muros de la Alhama, movido de un impulso superior, se decidió ir a venerarla. Se encaminó solo y entró por la puerta de Córdoba para postrarse ante ella. Se cuenta que fue acompañado por un mancebo de celestial semblante.

Esta pintura de la Virgen, por estar plasmada en la pared, no pudo ser transportada por los cristianos fugitivos cuando tuvieron que abandonar Sevilla con las demás imágenes, como pasó con la Virgen de la Hiniesta y la Virgen de Guadalupe.

La pintura es del tipo bizantino de Hogedetria, con influencia del goticismo alemán, de una altura de 2,20 metros. Muestra en el brazo izquierdo al Niño Jesús aprisionando un pajarito, y en la mano derecha una rosa que ofrece al Divino Infante. Luce vestiduras blancas, adornadas con áureas flores. Sobre la cabeza un nimbo esgrafiado. En la parte superior dos ángeles tenantes sostienen una corona en actitud de coronarla.

Hay historiadores que sostienen que fue la primera patrona que tuvo la Ciudad de Sevilla.

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