La forma de representar al Rey Santo quedó fijada tras la canonización del mismo en el año 1671. En esa iconografía clásica se presenta a San Fernando barbado, con el cabello largo, armadura de gala a la usanza de la corte de Felipe II, casi siempre con gola en el cuello y a veces puños almidonados en las mangas, calzas acuchilladas y medias. Su condición real viene señalada por la capa revista de armiño, con esclavina y la corona generalmente completa. En cuanto al resto de atributos, aparecen casi siempre todos juntos o en distintas combinaciones el orbe cristiano, ya sea sostenido o cerca de su figura, su espada Lobera que lo identificaba como Rey Guerrero y Conquistador y también, aunque menos frecuentemente, el cetro, así como el pergamino, para señalar su condición de Rey Legislador
Fuente: Adrián López Álvarez.
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