En la puerta de los Palos
la Señora reaparece,
entre perfumes de nardos
y gladiolos florecientes.
Sobre su trono de Reina,
con ternuras sonrientes,
va repartiendo a raudales
la gracia de sus mercedes.
A la salida del templo
las súplicas se entretejen,
y un hombre del pueblo ruega
por el hijo que se muere
con lentitud de silencios
devorado por la fiebre.
Sobre una blanca columna,
con su vestido de nieve,
y su cara repujada
de candores inocentes,
una niña macarena
le pide con voz hiriente
cure a su madre querida
que en el Hospital padece.
En un rincón apretado
-blanco de cal que emblanquece
la calle de Placentines
cuando en la noche se duerme-,
un viejecito cansino,
corcovado, seco y breve,
como junco de ribera
sin fuerzas para moverse,
suplica a la Virgencita
que le perdone, y le lleve
junto a su fiel compañera
que acompañarle no puede
en la mañana más bella
como hiciera tantas veces,
porque se fue a las estrellas
para más de cerca verle.
Al entrar en la avenida,
se abre paso entre la gente
una mocita morena.
En sus dos ojazos verdes
lágrimas de amor y pena
enternecidas se mecen,
y en sus labios temblorosos
-rojos como los claveles
del Parque de María Luisa-,
se hacen suspiros las preces
por el torerillo amado
que en la plaza de Albacete
va a jugarse aquella tarde
su vida como un valiente.
Junto a las almas transidas
hay otras que se enternecen
desgranando los rosarios
de su gratitud ferviente
por milagros recibidos
de quien realizarlos puede.
Luego, en la Plaza del Triunfo,
cuantos seres se conmueven
pensando en largas ausencias
de sus queridos ausentes
que en tierras de lejanías
sueñan con volver a verles
junto al paso de la Virgen
que Sevilla tanto quiere
y que por reinar en ella
como Madre complaciente,
hizo de Sevilla un Cielo
luminoso y esplendente,
con perfumes de azahares,
azucenas y claveles,
donde los ángeles cantan
fandangos y martinetes.
¡ Un Paraíso en la Tierra
con bellos atardeceres
para que mueran rezando
las flores de sus vergeles…
y un trono de sentimiento
para que en Sevilla impere !
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¡ Quince de Agosto en el tiempo
del tiempo que nunca muere !...
¡ La mañana , huele a nardos
y a gladiolos florecientes !
Por la Puerta de los Palos
con su cara sonriente,
bajo su palio de Reina
triunfante a su templo vuelve
paso a paso, paso a paso…
nuestra VIRGEN DE LOS REYES !...
Viva la Virgen de los Reyes
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