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jueves, 24 de febrero de 2022

La Virgen de los Reyes de la Hermandad de los Sastres.

Es una de las corporaciones con mayor prosapia histórica y abolengo gremial de
toda Sevilla. Los escritores antiguos atribuyen la fundación al propio San Fernando. Tuvo su primitivo asiento en el Hospital de San Mateo Evangelista, situado en la Alfalfa, donde ya en tiempos de Sancho IV el Bravo estaba establecido el gremio de "alfayates" o sastres, y constituida formalmente la Hermandad. Por su añeja estirpe real participó destacadamente en los principales acontecimientos ciudadanos: canonización de San Fernando, fiestas de la Purísima y traslado de los restos del monarca. También tenía el privilegio de dar la guardia a dichos restos el día de San Clemente. Al suprimirse el hospital en 1587 pasó a la parroquia de San Nicolás, y en 1615 se traslada al famoso convento casa grande de San Francisco, donde estuvo hasta su demolición en 1840, pasando entonces a San Ildefonso. Es curioso que la hermandad se reorganizara en 1934, en pleno periodo republicano, y que en 1954 su imagen titular fuera llevada a Zaragoza, como representación o vicaria de la Patrona hispalense. Resulta una singular coincidencia que durante sus dos últimas salidas extraordinarias se haya encaminado a la plaza del Salvador: Una de ellas para solemnizar en el templo de este nombre la Semana Mariológica de Mayo de 1982; la otra salida, para presidir en el frontero templo de los Hermanos de San Juan de Dios (Hospital de Ntra. Sra. de la Paz) la exposición de las Glorias de Sevilla, justamente un decenio después, en el mítico año 1992.

La Señora forma parte del grupo que se realizó imitando la Patrona de la ciudad y sigue fielmente el mismo tipo iconográfico: sedente en su sillón como Reina de Reyes, Madre del Verbo Encarnado, Trono del Nuevo Salomón. El rostro de esta devotísima e inefable imagen nos remite estilísticamente a fines del primer tercio del s. XVI (quizás por alteraciones o reformas que sufriera el primitivo original gótico). El Niño Jesús es de cronología posterior, barroca. El maniquí, moderno. Las coronas de la Virgen y su Hijo tienen gran carácter, con formato muy simple pero elegante. Aunque sobrio en su vestimenta y aderezos, el conjunto goza de extraordinario empaque, carisma, unción y plasticidad.

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