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domingo, 26 de septiembre de 2021

La Virgen del Sagrario de la Catedral de Cuenca

La talla tenía una altura de casi tres cuartas y cubierta de chapería de plata; su
disposición sedente (sentada en una silla) y en las espaldas de la misma silla había dos hebillas, que prendían unos catones labrados. Estas eran las principales armas que traía en el argón aquel religioso Rey, no queriendo encomendarlas a otro tercero que las llevase, ni reparando en el embarco e incomodidad, ni en retardar el movimiento del caballo en el que iba, porque tenía librada en la Virgen toda su esperanza.


Con esta imagen entró triunfante en la ciudad de Cuenca y lo primero que hizo fue colocarla en el sitio que hoy ocupa en la Santa Iglesia Catedral. Levantando un altar para que recibiese de todos, sin dilación, la debida reverencia y culto. Encomendándole la protección y conservación de la Ciudad, pues por su patrocinio había alcanzado la posesión de ella, siendo proclamada Patrona de la Ciudad. Hoy Patrona de la Catedral.

La capilla donde se venera hoy en día la imagen, se fundó en 1629. El arquitecto fue Fray Alberto de la Madre de Dios, diseñando una capilla de cruz latina con cúpula con lucernario en el crucero, es de estilo herreriano, los mármoles que la adornan son de la Serranía de Cuenca y las pinturas al fresco de la bóveda (al día de hoy restauradas) son del conquense Andrés de Vargas (1613-1674).

Con relación a la imagen de la Virgen de las Batallas, para que pudiera ser venerada en el altar de la capilla se toma la determinación de transformarla. La talla es cortada por la mitad, creándose un armazón para vestirla. El maestro de obras, Gerónimo Saiz, se encargó de hacerle los brazos, tanto de la Virgen como del Niño Jesús. Juan de Villanueva se encargó de pintar el rostro de la Virgen y encarnar la del Niño. Andrés Díaz, como sastre se encargó de los vestidos con telas de oro de diversos colores, como en Cuenca no las había viajó a Madrid a por ellas. Juliana Zaragoza, camisera, le hizo tres camisas con bordados en las mangas al Niño y de dos vueltas de bordado para la Virgen.

De la talla original sólo queda el rostro y parte del tronco, pero sin embargo conserva todavía abundantes detalles reveladores, tanto de su antigüedad como de su primitiva riqueza ornamental.
El pecho lo tiene revestido, en su mayor parte, de un peto de plata, perfectamente adaptado hasta el cuello y que continua en parte por la cabeza, adornado con dos grecas o cenefas repujadas, una a cada lado, decorado con un emparrado con frutos.

Fuente: Chema Rodrgiguez, investigador e historiador.
Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús con la Caña
Catedral de Cuenca 

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